A veces no basta con ser adorado y admirado por hombres y mujeres, respectivamente. La felicidad de una mujer no es sólo éso. Existen más factores en la vida. La joven diseñadora Laura Hunt (la bellísima Gene Tierney, guapa donde las haya) no es el atractor de la película, tampoco su amiga de la alta sociedad Ann (Judith Anderson), así como tampoco lo es su pretendiente Shelby (a cargo de Vincent Price), tampoco el policía Mark McPherson (Dana Andrews), que se enamora platónicamente de la chica guapa, más concretamente de su fantasma. El amanerado y jovial escritor y radiofonista Waldo Lydecker (Clifton Webb) es quien realmente forma en torno de él una tremenda fascinación, siendo el protector de Laura, haciéndola famosa, y obsesionándose con su vida como si le perteneciera.
El film Laura, dirigido por Otto Preminger, es un raro combinado de cine noir, melodrama, y thriller. Algunas de las escenas más memorables son cuando Ann explica a Laura por qué Shelby debería ser su partenaire («Ambos somos perdedores»); o cuando se produce la cita romántica en la comisaría, que bajo las luces del interrogatorio sirve para que Mark vea por sus propios ojos el aura inigualable de la Tierney en su papel de Laura; o cuando Lydecker revela a Laura astutamente todo el conjunto de defectos de Shelby, así como que él está cenando con Ann cuando ella pretende llamarle. «Está cenando con Ann, ¿no lo sabías?». Lydecker no adora a Laura. Simplemente es un hombre que desearía ser mujer. ¿Quién no?